La nueva Facultad de Letras

01 junio 1977

Ilustración G. Guinea
  La pasada semana, hubo en el Ateneo una Tribuna Abierta, destinada a colocar sobre el tapete un tema cultural de trascendencia para nuestra provincia, y aunque parece que esta temporada lo que priva es la política, felizmente se vio la docta casa animada de asistentes interesados por cual va a ser la nueva Facultad de Letras que se implante en breve en nuestra Universidad, pues ello tiene más importancia de lo que a primera vista pudiera parecer. Bien está, pues, la política, que se lleva la palma en tertulias y reuniones, pero ¿me pueden Ustedes decir qué política puede hacerse, valorarse y entenderse sin cultura? Cuando Dios creó el mundo, según dice la Biblia, antes que la propia vida tuvo que preparar el espacio y la materia donde pudiera aquella desenvolverse. Y exactamente lo mismo, una política seria y responsable necesita una suficiente base cultural, sin cuya existencia el juego de opciones y de criterios se convertiría en una especie de revoltijo absolutamente inútil, falso y hasta contraproducente.

  Por ello conviene hacer un hueco para que cada español, cada montañés, pueda aumentar su nivel cultural que, en último término, es el que hace cada vez más libre al individuo y le capacita en profundidad para reconocer los caminos de su propia responsabilidad.

  Se discutió en el Ateneo cual debía de ser la Facultad prioritaria a implantar, y, felizmente, parece que la opinión más generalizada se inclinó hacia una de Geografía e Historia, que es la que ha pedido la Junta de Gobierno de nuestra Universidad al Ministerio. Las razones para ello, tienen tanto peso, absoluto y relativo, que se necesita rizar demasiado el rizo para valorar otras opciones que son, sin duda, y siendo muy respetables, una minimización de lo que debe de ser –para que adquieran fuerza y valor los estudios humanísticos- la primera Facultad de Letras en Santander.

  Tender a instaurar departamentos bien concretos y reducidos, excesivamente especializados, en vez de una Facultad amplia, completa y total, como es la de Geografía e Historia, es, pudiendo pedir lo más, conformarse con lo menos. ¿Qué pensaríamos de los santanderinos, si por una chiripa del destino, el Ministerio de Turismo nos ofreciese un completo teatro de festivales, y dijésemos que no, que nos conformábamos con una salita de conciertos para cincuenta privilegiados? Diríamos, ciertamente, que estábamos locos y posiblemente, cuando el pueblo se diese cuenta de su marginación, nos pondría en la picota, sin más contemplaciones.

  Con un afán de términos medios, muy aptos para concluir discusiones y dejar las cosas en la misma incertidumbre con que se empezaron, alguien optó por pedir, en vez de una Facultad concreta, tres cursos de Comunes, para que más tarde el estudiante eligiese la rama que más le pudiese interesar. Ello pareció, de momento, como todas las posturas intermedias, semiconvencer al auditorio, que no puede, tan repentinamente, analizar sobre la marcha los pros y los contras. Como esta opinión quedó en el aire, yo quiero desde aquí señalar que, caso de que pudiera prevalecer ante el ministerio esta especie de ratonera, lo más probable es que no viniese jamás una verdadera Facultad, sino un simple Colegio Universitario que obligaría a nuestros estudiantes a terminar su carrera en otras Universidades españolas. Piénsenselo bien los responsables de la decisión de hacer montar una Facultad incompleta o un Departamento de reducidísima proyección en relación con el verdadero problema de nuestros estudiantes. Yo, que vengo luchando por una Facultad de Historia desde hace más de 10 años porque creo, y bien sinceramente, que es la que verdaderamente incidiría en beneficio de la cultura montañesa y en la situación, que conozco, de sus estudiantes, cumplo con mi deber y obligación haciéndolo patente siempre que puedo. Y del resultado de lo que venga, si no es la Facultad citada, me lavo aquí públicamente las manos, como Pilatos, considerándome inocente de la muerte de un porvenir que veo tan claro(76).

(76) Nota actual: Esta charla fue consecuencia de la discusión que en los medios culturales existía sobre cuál debería ser la rama de Letras que se implantase en la Universidad. Había quien prefería Filología Hispánica, y otros Geografía e Historia. El Ateneo promovió un debate muy concurrido sobre ello, y al fin prevaleció Geografía e Historia. Creo que los que la defendimos, acertamos. Y a estas alturas, pensamos que lo que ahora se empieza a hacer en Comillas sobre el estudio del español, bien pudiera albergar el conocimiento de otros idiomas, que buena falta nos hacen.

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