18 octubre 1978
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Revista de la Universidad de Santander, Año 1978 |
La Universidad de Santander sigue “engordando” y fortaleciéndose. Nació raquítica, sin apenas apoyatura, y hoy nos ofrece ya tres Facultades: Ciencias, Medicina y Filosofía y Letras; una Escuela Técnica Superior, la de Ingenieros de Caminos y varias escuelas universitarias que contribuyen a apear la enseñanza más superior. Santander cuenta ya, en muy pocos años, con un centro de altos estudios que forzosamente tendrá que ir incidiendo, aunque sea poco a poco, sobre la sociedad para y en la que se ha creado. Ciertamente que esta sociedad, parece reacia a implicarse en la Universidad y la ve todavía como algo a ella ajena, como algo incrustado que no la pertenece, cosa que no deja de ser decepcionante y que se corresponde, desde luego, con nuestro tradicional temperamento aislacionista y extremadamente individual. Contrasta esta situación con la que existe en otras ciudades universitarias (Salamanca, Valladolid, Santiago de Compostela) en donde la Universidad –quizás por su vieja raigambre- es inseparable del mundo ciudadano.
Dentro de nuestra universidad santanderina existe también, y juntamente desde su creación, un Instituto Universitario de Idiomas, del que quiero en esta charla ocuparme muy especialmente. Con seis años ya de vida, puede ser sin duda el centro que más se ha proyectado con sus enseñanzas sobre el pueblo montañés, merced a la organización de cursos de inglés y de francés, abiertos a cualquier tipo de personas, sin distinción social, académica o de edades. Su única finalidad es poner al alcance de la sociedad la posibilidad del aprendizaje serio de uno de estos idiomas a lo largo de cursos de iniciación, medios y de ampliación, que consiguen, al final de ellos, y si el alumno trabaja con interés, un seguro conocimiento de las lenguas impartidas. El profesorado, nacional y nativo, trabaja con verdadera ilusión y empeño, por lo que los resultados conseguidos, entre ellos la posibilidad de aprobar en la Escuela Oficial de Idiomas, han sido excelentes.
Este año también, y siguiendo sus directrices, el Instituto Universitario de Idiomas abrirá sus aulas el próximo día 20, con enseñanzas que, para hacer posible la asistencia de empleados, trabajadores o estudiantes, se dictan de siete a nueve de la tarde. Nadie, pues, puede poner como excusa para no aprender un idioma, en este mundo actual tan necesario, la imposibilidad por su trabajo en horarios laborales. El Instituto Universitario de Idiomas, ha salido al paso ofreciéndoles las horas libres de trabajo. Y tampoco se puede buscar la disculpa en el precio de las enseñanzas, pues la Universidad ha puesto honorarios tan irrisorios como 3.500 pesetas para todo el curso de cada idioma. No cabe duda que el esfuerzo de la Universidad, para acercarse al pueblo, es en este Instituto bien patente.
Lo que hace falta es que los santanderinos no desaprovechen la ocasión que se les brinda. Las clases se dan en varias aulas del edificio de Las Llamas, y la matrícula puede todavía hacerse en la Facultad de Ciencias, Avenida de los Castros, por la mañana y por la tarde.
A más abundamiento, sabemos que la Universidad intenta fortalecer y ampliar aún más el Instituto de Idiomas, que el año pasado contó casi con 300 alumnos, transformándole también en un Departamento interfacultativo de idiomas para oficializar las enseñanzas que puedan exigirse a las distintas facultades de nuestro primer centro de enseñanza, sin que ello pueda afectar a las que se ofrecen al pueblo montañés en sus clases vespertinas que ya se inician pasado mañana, para inglés y francés.
Muchas veces, por desconocimiento y falta de orientación perdemos ocasiones de promover nuestra cultura y nuestros conocimientos. Por ello, he querido recordarles a Ustedes, queridos radioyentes, que el Instituto Universitario de Idiomas pone, al alcance de cualquiera la posibilidad de seguir cursos de lenguas extranjeras, abriéndonos así un panorama inédito de posibilidades nuevas, y ello respaldado por la seguridad y confianza que da una Universidad(116).
(116) Nota actual: Tanto el Instituto de Idiomas, como la Revista de la Universidad de Santander, que yo fundé, desde mi cargo de Jefe de Publicaciones, al amparo de la Facultad de Letras, no creo que llegasen a sostenerse en el siguiente curso 1979-1980. La Revista no consiguió publicar el nº 2, y el Instituto de Idiomas desapareció de la nueva organización. La verdad es que yo fui testigo de que no empezaban muy bien las cosas…y que los “nuevos” preferían “borrón y cuenta nueva”. Ninguna de las dos sugerencias tuvieron continuador que las defendiese… Pero la Facultad estaba creada.
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