S.O.S. ¡Salvemos nuestro arte provincial!

06 diciembre 1977


 
Ilustración G. Guinea
  Siento a veces ponerme pesado, ante mis radioyentes, en relación con un tema que repito bastante: la salvación y conservación de nuestro Patrimonio Artístico provincial. Pero estoy seguro que Ustedes me perdonarán la insistencia, si tenemos en cuenta que los testigos etnográficos y tradicionales del pueblo montañés (casas solariegas, escudos, portaladas, iglesias, imágenes religiosas, etc.) están pasando por momentos verdaderamente difíciles y que, de no concienciarnos todos en este sentido, no está muy lejos el momento en que, por desidia, desconocimiento o falta de interés, nuestra provincia, antes tan personal y típica, se va a ver convertida en algo anodino y sin carácter.

  Me dirijo ahora, y muy fundamentalmente, a mis radioyentes del campo, de las villas y aldeas, de aquellos lugares más apartados e incluso más despoblados, entre montañas, con difíciles comunicaciones, en donde la población va desapareciendo y ya casi no hay nadie que pueda defender los restos que nos dejaron nuestros mayores. A Ustedes acudo en petición de socorro para salvar lo poco que ya pueda quedarnos de otras épocas, a fin de que se salven esos monumentos, esas iglesias prácticamente abandonadas, esas imágenes y retablos viejos que en ellas aún pueden existir, por muy pobres que parezcan. Como el espíritu negociante no duerme, es preciso que los que aún vivís en esos rincones de La Montaña, sepáis que existe un afán desconsiderado no sólo de comprar antiguas esculturas o pinturas, sino de llegar, si ello es necesario, hasta el mismo robo. El comercio de antigüedades ha tenido años de beneficios cuantiosos. Las iglesias de todas las diócesis españolas han perdido, en este comercio, infinidad de obras de arte y de devoción, desposeyendo a los fieles de sus imágenes tradicionales que han pasado a manos particulares, colecciones e incluso se han llevado fuera de nuestras fronteras. Últimamente, ante la prohibición por los obispos de toda venta de este carácter, y para seguir manteniendo este comercio, se ha pasado de la compra al robo. Bien recientes tenemos algunos casos de este latrocinio en nuestras propias iglesias santanderinas: Ubiarco, Entrambasaguas, Reinosilla, Bareyo, Pontones, Arenas de Iguña, etc., No cabe duda que existe una organización de rateros dedicados a la expoliación de nuestros bienes artísticos religiosos que actúan igualmente en otras provincias, en casos tan espectaculares como los robos de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, o de la catedral de Burgos. Atención, pues, alcaldes de ayuntamientos, de concejos, curas parroquiales, monasterios, maestros y vecinos en general. Cuidad de que estén cerradas bajo llave todas las iglesias, ermitas y capillas. No dejad las llaves de ellas sino a los que documentalmente traigan credenciales, o bien acompañe siempre alguien a los que quieran visitar, ver o estudiar las iglesias. Es preciso que estéis atentos y sospechosos. Pueden venir en coches, abiertamente, con intenciones al parecer decentes o bien, aprovechando la soledad de los monumentos, actuar durante la noche. Estad vigilantes, tomad nota de las matrículas de los automóviles que lleguen, no dejad nunca las iglesias abiertas, pues siempre estáis expuestos a que vuestra patrona del altar mayor, vuestro santo de madera de la ermita apartada, vuestras imágenes, un día desaparezcan para siempre. Como ya pasaron los tiempos en que todo el mundo respetaba las cosas de la iglesia, hoy éstas son un aliciente para los que ven el mundo con los únicos ojos del negocio y del beneficio particular. Defended vuestro arte, vuestra tradición y vuestro patrimonio, con una vigilancia constante, y la denuncia rápida ,si comprobáis la desaparición de alguno de vuestros santos.

  Haced lo mismo, también, con quienes, vecinos vuestros o extraños, pretenden quitar o vender los escudos de las casonas, o las rejas viejas, o los balcones, o, valiéndose de que son propietarios, intentan demoler estas antiguas construcciones, o puentes, caminos, humilladeros, etc., sin ningún permiso de los organismos que los defienden. Denunciar a vuestros ayuntamientos, que por ley tienen obligación de no permitir estos desmontes sin previa autorización de Bellas Artes, cualquier modificación que en estas viejas obras se intente. La cultura de un pueblo y la de sus vecinos se demuestra en la atención y preocupación que tienen por el mantenimiento de estos testigos de su pasado. El progreso no está en tirar, destruir o arrasar lo viejo sino en conservarlo y defenderlo.

  Con que en cada pueblo existiese una persona, hombre o mujer, que velase por todos estos bienes, que son suyos, defendiendo, denunciando, queriendo, en una palabra, que todo lo viejo de su aldea no sea destruido, modificado, vendido, desmantelado, sería suficiente. Su labor no podría pagarse más que con el agradecimiento de las generaciones presentes y sobre todo de las futuras(93).


(93) Nota actual: Esta charla fue otro aviso al pueblo para que contribuyese a evitar la venta y el robo de nuestro patrimonio mueble e inmueble.

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