Paisaje y Arte empaquetados para el turista

04 Agosto 1976

Ilustración G. Guinea
La Editorial Everest, que viene desde hace años situándose a la cabeza en la edición de guías turísticas, de altísima dignidad, tanto por lo que se refiere a los textos de ellas, como a la magnífica fotografía en color que las acompaña, acaba de editar otras dos referentes a Santander y su provincia. “La Liébana”, viene firmada en cuanto a lo literario por Julio Sanz Sáiz, el escritor y poeta torrelaveguense que, ganado el concurso abierto por la editorial, nos ofrece una muestra más de montañesismo y de su bien decir. El interesado más exigente ha de encontrar en esta clarísima guía, llena de valores literarios, una visión real y poética, a la vez, de ese conjunto natural inigualable que llamamos Picos de Europa. Se detiene primero en la ruta de Piedras Luengas, ese camino alto paralelo al río Buyón, en donde destaca Piasca, como arte, y Valdeprado, Verdejo, Venta de Pepín, etc., puntos inauditos del paisaje. El paseo nocturno por el valle de Potes, le da pie a recuerdos históricos llenos de evocaciones inolvidables. La ruta de Espinama, hacia el corazón de los Picos de Europa, nos trae monumentos como Santo Toribio, centro religioso antiquísimo de Liébana, o recuerdos como los de Cosgaya, final de una Covadonga tan salvadora para los cristianos como triste para los árabes. La ruta de Áliva es el puro peñasco y la blanca nieve, paraíso de los montañeros auténticos. El puerto de San Glorio, y su camino, es como escalar el cielo cruzando el Paraíso. Aquí Sanz Sáiz hace un canto a los lugareños “rudos filósofos que penetran directamente en la esencia de las cosas para decirlas por su nombre sencillo y escueto”. Finalmente, la ruta de la Hermida, donde la piedra viva esclaviza al Deva, que se libera bramando entre espumas, después de dejar Lebeña a un lado, testigo de una nobleza religiosa y guerrera. Las fotografías, verdadera delicia de color, son de Bustamante, el minucioso analizador de los paisajes lebaniegos.

  Otro volumen de la editorial Everest, viene íntegramente dedicado a Santander, capital, y su autor, Francisco Ignacio de Cáceres, que ya había compuesto otra guía del Alcázar de Segovia, acierta plenamente en la orientación dada a su visión rápida, pero completa, de nuestra ciudad. Todo lo característico de ésta, en su historia, en su ambiente humano, en sus monumentos, y en su paisaje urbano o marítimo, está recogido por Cáceres con un hilván muy didáctico y un conocimiento amplio de cualquiera de las materias. La fotografía de Zubillaga, cada vez más pura y técnicamente perfecta, pone el complemento al texto de Cáceres. Santander aparece así, en la letra y en la lámina, perfectamente ilustrado y asequible. Siete capítulos forman el libro: “desde el palo mayor” es una visión del paisaje que puede admirarse desde la cumbre de Peña Cabarga. “La Nao y la Ballena” es un capítulo que apoyado en el antiguo escudo santanderino, de la nao y la ballena, hace referencia a la historia antigua de la ciudad, a su abadía y poblado con los Cabildos Alto y Bajo, a la Catedral, al Cristo. El tercer capítulo “La ciudad por dentro” nos habla de la ciudad comercial, cultural y artística: el Ayuntamiento, la Biblioteca Menéndez Pelayo, el Museo de Arte, etc. El resto de la ciudad se describe en “De cuatro caminos al Puerto Pesquero”, “Las Machinas y el muelle”; “De Puerto Chico al Sardinero” y “Cara al Cantábrico” donde se hace pasar al lector el interés de la costa y de las playas que enmarcan la zona urbana. Cáceres ha sabido, en organización amenísima, ofrecernos un Santander, en muchos casos casi inédito, con todos sus encantos que aquí resaltan más por la excelente impresión en color en que se plasman.

  La tercera de las guías recientes sobre ambientes santanderinos es la que, realizada por Fernando Zamanillo, acaba de ver la luz, glosando uno de los museos más atractivos de nuestra provincia, el Diocesano de Santillana del Mar que, asentado en el convento de las Clarisas, dirige el P. Antonio Niceas. Nos parece estupendo que el obispado se haya decidido a imprimir este bello librito, perfectamente editado, que se hará portavoz del valor de este museo religioso sin duda uno de los más interesantes de España dentro de su categoría. La fotografía es de Gabriel Ayerdi, tanto la de color como la de blanco y negro. Fernando Zamanillo nos hace ver el museo en compañía de la figura insustituible de Cayetano, su inolvidable cicerone, y que es casi la primordial pieza humana del Museo. El claustro bajo, con su colección de “santos” sobre peanas blancas; el claustro alto, de vieja madera reluciente, cuidado amorosamente –como todo el museo- por las monjas; el corredor que podemos llamar de Don Pedro de Agüero, presidido por esta impresionante estatua yacente; la gran sala, “una sala donde se atesora lo importante, donde la vista se pierde en la cantidad y la atención acude a todos los rincones”: grupos de San Roques, de San Sebastianes, de imágenes toscas pero inmensamente expresivas; las salas nuevas, la inigualable “capilla popular”, con su vieja rezadora; y, finalmente, una idea de lo que es el taller de la restauración, magnífico empeño de un trabajo pacientísimo de las monjas.

  En resumen, tres buenas guías: de Francisco Ignacio de Cáceres, de Julio Sanz Sáiz y de Fernando Zamanillo, que darán a conocer masivamente muchos aspectos de nuestras muchas riquezas paisajísticas y artísticas(52).

(52) Nota actual: El auge y la fuerza que estaba adquiriendo el turismo extranjero y nacional, obligaba en estas fechas a la edición de las primeras guías en color por las principales editoriales privadas, entre ellas Everest, u oficiales (Diputaciones, Ayuntamientos, etc.) El que esta última editorial eligiese a dos escritores montañeses para publicar las de Liébana y la de la ciudad de Santander, fue muy celebrada, por mi, al ser lo dos excelentes amigos. Así como otro, miembro del Seminario del Museo de Prehistoria, Fernando Zamanillo, pudo ver salir de imprenta, la Guía del Museo Diocesano, editada gracias al Obispado. La amistad y el afecto obligan.

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