12 marzo 1977
Maximino García Basoa ha sido el más paciente investigador de los documentos que encierran la historia de Laredo. Su obra “Laredo en mi espejo” es un inmenso centón de noticias de gran interés para componer la historia de La Montaña, que todavía nadie ha tenido el valor de utilizar. Verdaderamente choca comprobar que no existe un volumen estructurado y moderno sobre lo que fue nuestra vida y acontecimientos en un pasado. Se ha escrito, si, muchos trabajos monográficos, más bien pobres y superficiales, salidos de plumas más o menos aventuradas que, en bastantes casos, han tenido y tienen, más desparpajo que conocimientos. Ya sabemos que no es oro todo lo que reluce, y que la ignorancia es muy atrevida y, como además la osadía es libre, parece que cualquiera está capacitado para entrar a saco en el campo de la investigación histórica y artística. Santander siempre ha tenido aventureros y aventureras por libre que tan pronto como leyeron un documento o hicieron una fotografía pensaron con demasiado optimismo que ya habían alcanzado el sumun de la sabiduría, y, como sabios, en adelante obraron sin considerar, con la humildad que debían exigirse, que lo que hacían no podía estar a más altura de la que correspondía a sus conocimientos.
García Basoa trabajó, por el contrario, sin pretender exaltar ante los demás lo que no tenía. , trabajó, año tras año, sin esperar reconocimientos académicos ni supervalorarse más allá de donde estaba. Admiro a estos seres que saben situarse en su justa medida, y dan lo que pueden, sin alzarse a niveles que no les pertenecen. No existe en el mundo nada más ridículo que hacerse uno mismo, ante los demás, un personaje.
Basoa buscó, en los protocolos, noticias y noticias de la vieja vida de Laredo. Y copiaba uno tras otro, sin orden, lo que estructurado allí se decía. Mezclaba recuerdos de Simón Bolívar, con el conocimiento, en el siglo XVII de la existencia de olivos desde la peña de San Vicente hasta el puntal de frente a Santoña; o a la cofradía de San Lorenzo, de los leprosos, la mentaba al lado de las corridas de toros en tiempo de Felipe II. Pero los motivos son tantos que yo he hecho un índice por épocas y temas con objeto de darles un orden cronológico y saber un poco cual es la importancia de interés y preferencia.
Basoa no se ensoberbeció con su libro y nunca, desde luego, pensó que su paciente búsqueda de noticias y su benedictina lectura de documentos le iba a colocar a la altura de Sánchez Albornoz o de Menéndez Pidal. Hizo lo que pudo y su trabajo no fue inútil. Inteligente, supo estar donde debía, ofreciendo un rico arsenal de acontecimientos desordenados. Tampoco le pudo salvar o disimular la fotografía, pues entonces los libros iban densos de texto, como ladrillos, y no pudo aprovechar el juego engañoso de una ilustración que suele ahora ocultar defectos de organización haciendo más llevaderos los engendros. García Basoa hizo mucho por su pueblo y, sobre todo, vivió para él las emociones de millares de acontecimientos que fueron año tras año sucediendo en la villa que fue capital del Bastón de su nombre. En su libro aparecen desde los recuerdos del más viejo Laredo hasta episodios anecdóticos de las gentes del pasado siglo. Si científicamente existe un indudable barullo en las noticias, humanamente sabe recoger Basoa el ambiente general del viejo puerto montañés y salva del olvido numerosos hechos que pueden aprovecharse.
Su lección fue fundamentalmente de humildad. Hizo lo que supo y pudo, como erudito local, pero jamás pretendió pasar por otra cosa. A ver si su ejemplo sirve para que bajen de los castillos donde se han guarecido, intentando pasar por figuras históricas, quienes todavía no han llegado siquiera a alcanzar el nivel digno de Basoa. Aquí todos nos conocemos y es difícil, por mucho incienso que se fabriquen o en el que quieran envolverles –en ese toma y daca de autobombos- hacernos creer que la malta es café y que la investigación histórica y artística puede llevarse dignamente con solo estudios escolares. Seamos un poco serios y no dejemos que nos engañen las apariencias neo-fabricadas.
2 comentarios:
Mil gracias.
Teresa Escudero Basoa (nieta de D.Maximino)
Actualmente D.Maximino está enterrado en el cementerio de Guriezo (Santander) junto a esposa y una de sus hijas (mi madre).
Perdón,quise decir Ciriego (Santander).
En cuanto al apellido de D.Maximino es realmente Basoa Ojeda y no Garcia. Gracias.
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