22 diciembre 1976
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Ilustración G. Guinea |
Se avecinan las Navidades, y siempre por estas fechas se despierta como una especie de euforia múltiple –muchas veces fingida- que suele también afectar a los ambientes culturales. Esto lo digo en general, y Santander no es en ello una excepción. Este año, además, con el casi estreno de la democracia, parece que se han abierto las puertas hasta lo inaudito. Por ejemplo, ha vuelto a resurgir, con planos y todo, la idea del Casino como local para instalar en el futuro –no sabemos la largura de este futuro- el teatro de los Festivales. Hay que tener mucho cuidado, pues el día 28 es la fiesta de los Inocentes y hay que estar preparado para todo.
Hasta desde el punto de vista filosófico profundo, o desde el social avanzado, surgen también en estos días presupuestos de alta trascendencia. Uno de ellos, que ciertamente desconocíamos, pero que ya debe de tener suficiente corporeidad, es el movimiento feminista de liberación de la mujer, representado o estructurado a través de asociaciones de este tipo como la MIM, la AUPEM, etc., que parece han surgido para defender al postergado género femenino de todas las marginaciones a que está sometido desde la época de las cavernas. La pobre mujer hace muy bien en sacar de una vez los pies del tiesto en donde el machismo dominante la tenía prisionera. Esto es, sin duda, una demostración de que la cultura ha calado hondo en nuestra sociedad. Al grito de “menos esclavitud y más adulterio”, la mujer enfila un nuevo camino en la carrera de sus libertades. Públicamente se han manifestado, tanto con hechos como con palabras, y está bien claro que la etapa histórica que podríamos llamar “del hombre” ha comenzado su decadencia. Yo no soy contrario -¡Dios me libre!- a este despegue femenino, pero la verdad es que en su nombre he leído tantas tonterías que, si así se empieza, me parece que no va a conseguir el éxito que persigue, porque lo primero que la mujer debe de demostrar –porque así es cierto- es su capacidad similar de inteligencia con el hombre, y , desde luego, las opiniones vertidas por las representantes de esos grupos liberadores en la Montaña, no dejan bien parada esta inicial suposición de igualdad. Esperamos que, poco a poco, porque todo comienzo requiere tiempo, podamos escuchar y leer versiones más convincentes que hagan justa y necesaria la nueva actitud feminista.
También todas las Navidades, desde el pasado año, el Ateneo prepara los nombres de quienes pueden aspirar al título de “montañés del año”. Ahora se están recogiendo propuestas de aquí y de allí, para que una vez pasadas por el cedazo de los méritos, puedan surgir a principios de año quienes son los dignos ganadores de tal título. Esto es una iniciativa plausible del Ateneo santanderino, pues así al menos se agradecen los servicios prestados, cosa que no suele ser frecuente por estas atmósferas. Lo que pasa es que, si se eligen tantos nombres destacados como lo fueron el pasado año, me temo que pronto no vamos a encontrar figuras importantes como para merecer tal distinción; porque por mucho que se apure la condescendencia es difícil encontrar cada 365 días un manojo tan nutrido de santanderinos que hayan hecho algo positivo. Pienso que sería mejor elegir uno o dos, tan sólo, pues en otro caso corremos el peligro de hacer “montañés del año” al que no lo ha sido siquiera de un día. Y eso yo pienso que es pasarse a la otra vertiente.
Y para finalizar diremos que, con motivo de las fiestas de Navidad, el problema universitario, firme hasta las vacaciones y latente en tanto éstas duren, promete, al parecer, seguir activo después de Reyes. Es una lástima que nuestro primer centro cultural no acabe de encontrar su equilibrio. Confiemos en las buenas intenciones para que la situación pueda al fin cerrarse, sin tardar mucho, y ello en bien de todos, de la sociedad y de los propios interesados más directamente. No debemos permitirnos el lujo de jugar con fuego porque, ciertamente, no estamos para malabarismos de primera. En ello se implica nada menos que el porvenir de un ejercicio que puede afectar muy gravemente a quienes tengan que sufrirlo.
Que el año que viene luzca un sol más esperanzador y que pasen todos Ustedes unas muy felices fiestas.
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