18 febrero 1976
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Ilustración G. Guinea |
Queridos radioyentes: el otro día tuve que acompañar al arquitecto de la Dirección General del Patrimonio Artístico que venía a Santander en visita de inspección de todas aquellas obras que realiza dicha entidad en nuestra provincia o que van a comenzar en breve. Quiero dar a Ustedes cuenta de ello porque, de vez en cuando, suelen aparecer críticas desconsideradas a la actuación oficial de esta Dirección General, como si ella tuviese la panacea para salvar todo nuestro patrimonio artístico nacional, de repente, así, de una vez y para siempre, como el mago Merlín. Si ello fuese posible y la economía general lo permitiera, ¿quién duda que la Dirección General del Patrimonio Artístico destinaría miles y miles de millones para salvar nuestros monumentos, por segundones que fuesen? ¿Y quién duda que sus arquitectos y aparejadores estarían dispuestos de mil amores, a tal empeño? Esto es, pongo por ejemplo, como si al Racing de Santander le ofreciesen a Cruif, a Neskens y a Pelé, ¿sería tan insensato si, dándoseles gratis, los rechazase? Pero claro, si la adquisición de estos jugadores le cuesta lo que de ninguna manera tiene, con todo el dolor del alma tendría que declinar el ofrecimiento y seguir tirando “a su nivel”.
Pues sí, si la Dirección General del Patrimonio Artístico pudiera hacer todo lo que en realidad se necesita, y el Estado – nosotros, la sociedad- le diese de mil amores el dinero preciso para ello, tendría que llevarse, durante varios años, el presupuesto general del país, dejándonos, por tanto, en la más absoluta miseria. El salvamento, la restauración cuidada y estructurada, de nuestros monumentos artísticos o para-artísticos nacionales: castillos (más de 2000), puentes, iglesias, catedrales, casonas, hórreos, calzadas romanas, pueblos pintorescos, arte popular, etc., representa tal envergadura de gastos, que no hay país que lo soporte, si no es organizándole poco a poco y realizando un plan de atenciones escalonadas que vaya, razonablemente, salvando lo mejor y lo más urgente. Por otra parte, el interés de otras entidades: iglesia, ayuntamientos, diputaciones, sociedades, fundaciones culturales-docentes, cajas de ahorro, particulares, etc., debe de sumarse al esfuerzo estatal. Mientras no exista una colaboración en este sentido, difícilmente se puede exigir al estado que penque con todo y, si no puede hacerlo, crítica va y crítica viene, por quienes, muchas veces, desconocen absolutamente no sólo los problemas sino las razones de ellos.
En Santander, en estos momentos, se están restaurando o se van inmediatamente a restaurar –existe ya, y al parecer, presupuesto destinado- los siguientes monumentos: iglesia parroquial de Laredo, convento e iglesia de las monjas de San Francisco de la misma ciudad; iglesia de Santoña; iglesia románica de Piasca; iglesia de San Vicente de la Barquera. No cabe duda que todas son restauraciones imprescindibles y urgentes que se unen a otras muchas que en años anteriores se han ido realizando. La Dirección General del Patrimonio Artístico atiende, como es natural, a aquellos edificios declarados monumentos histórico-artísticos nacionales ¿Qué no puede alcanzar a todos los que lo necesitan? Naturalmente que no, y menos si no la ayudan. Ella dispone de habas contadas y esas se gastan, y no otras.
Destaca este año la restauración que va a iniciarse en Piasca. Esta iglesia escondida en las montañas de Liébana, es un edificio de enorme interés artístico. Su puerta es una de las joyas escultóricas de nuestro románico del siglo XII. Aunque muy reformada, la iglesia mantiene su vieja planta. Restaurada con poco acierto hace más de 20 años, es de esperar que con la nueva intervención desaparezcan las humedades que tanto daño hacen.
San Vicente de la Barquera necesitará, sobre todo, un saneamiento de las cubiertas y muros del norte que hoy dejan, igualmente, pasar humedades muy perjudiciales, precisamente en las proximidades de la capilla donde se encuentra el famoso sepulcro del inquisidor Corro.
La iglesia de Santoña, viejísimo monasterio medieval (Santa María del Puerto), de gran trascendencia en nuestra historia provincial, va a ser operado “de torre”, que ya se está desmontando porque, colocada en época no muy lejana, impedía el disfrute de la bella puerta principal del edificio.
La iglesia de Laredo todavía necesita muchos millones –como la de Castro que podría agotar todo el presupuesto de uno o varios años de la Dirección General- Las vidrieras de Laredo precisan ser repuestas con la dignidad que la “catedral” del Bastón exige.
Poco a poco se van salvando nuestros principales monumentos ¿Postura ésta triunfalista? No; más bien postura real, de acuerdo con las posibilidades. Es muy fácil criticar y decir: “sálvese esto, sálvese aquello”, pero ¿Quién ofrece el dinero y las posibilidades de salvarlo? Al menos, que yo sepa, en nuestra provincia la única entidad que ha hecho y hace una política estructurada de restauración, es el Estado. Y si hay otra, por favor, que me lo digan(38).
(38) Nota actual: No necesita comentarios esta charla. Entonces era la Dirección General del Patrimonio del Estado, la única que restauraba monumentos. Después, con las autonomías, se han ido restaurando poco a poco otros bienes culturales de mayor o menor interés, pero aún quedan muchas cosas por salvar. Es una labor que hay que estar haciendo siempre, intentando reutilizar, con fines adecuados, los edificios recuperados.
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