El proyecto del garajito

06 de julio de 1977


 
Ilustración G. Guinea
  Otra vez, porque el momento lo requiere, en su viva actualidad, volvemos a comentar hoy la cuestión de la dichosa Facultad de Letras para nuestra Universidad de Santander. Tenemos ciertamente que reconocer, y lo he dicho en las ocasiones que se me han presentado, que si algún día disfrutamos de esa especie de añorado sueño se lo debemos de agradecer a la actuación de los tres rectores que hasta ahora va teniendo nuestra Universidad: Carlos de Miguel (que inició la empresa de solicitud al Ministerio), Trillo de Leyva (que la mantuvo) y el actual Gómez Laá que ha vuelto a poner sobre el tapete lo que ya el ministerio pensamos había olvidado. Sabemos, porque así lo expuso a la prensa el Sr. Laá, que la Facultad que ahora se pide es, como al principio, la de Geografía e Historia. Y ello por razones tan claras, tan evidentes y tan convincentes, que intentar minimizar el interés de esta rama –en una provincia de primerísima línea internacional desde el punto de vista prehistórico- suena ya hasta a empecinamiento absurdo.

  Me gustaría poder consultar, democráticamente al pueblo montañés, que tipo de rama pretende para su Facultad de Letras. Estoy seguro que la última que se le ocurriría es la de Filología Hispánica, porque enviar a aprender español a sus hijos para que más tarde puedan encontrar colocación en Estados Unidos, Canadá o Australia, me parece una visión en cierto modo masoquista. Y eso pensando lo mejor, es decir, suponiendo que después de tener su flamante título de profesor de español y cuando vayan a pedir trabajo a las universidades extranjeras, no les den con la puerta en las narices, porque allí ya tienen sus lectores repescados en el mundo del exilio, un consabido emigrante que, mientras no se demuestre lo contrario, es algo que produce España con más facilidad y menos costo que titulados de Universidad.

  Sinceramente no veo, ni puedo ver (y en ello está la inmensa mayoría de los que quieren una rama de filosofía que recoja el mayor número de vocaciones), que una facultad de Filología tenga categoría de centro humanístico amplio. No puede llenar las aspiraciones de una enseñanza como es la Historia y la Geografía, que siempre ha sido, por su mayor aceptación, la primera facultad inicial humanística de todas las universidades de España, y en la que caben todas las posibilidades de especialización.

  Yo sé que muchos de mis radioyentes no entienden muy bien, y ello es natural, la diferencia que puede existir entre una rama de Geografía e Historia y otra de Filología. Yo les pondría, para su mejor comprensión, el siguiente ejemplo. Utilizando como sujeto para él algo que bien conocemos todos: el teatro de los festivales. Imagínese que se abre –como ya se abrió- un concurso de proyectos para la construcción de este teatro, y que se presentan dos planteamientos: uno de un edificio amplio, moderno, de gran cabida, buena estructura, en fin, un verdadero y funcional salón digno de la importancia del festival. El otro, un proyecto de aprovechamiento de un garaje propiedad del Ayuntamiento, con un aforo de 20 o 25 personas que tendrían que seleccionarse como Dios nos diese a entender. ¿Cuál de los dos proyectos elegiría Usted, amigo que me escucha? ¿El del garaje reducido, limitado, clasista, o el del amplio teatro nuevo y capaz? Pues algo así es, querer comparar lo que puede dar a Santander el establecimiento de una rama de Filología (que sería el pequeño garaje selectivo) y la de Geografía e Historia (que es el equivalente al gran teatro de festivales), donde toda vocación tiene cabida, y donde la importancia nacional e internacional nadie podrá discutirla. La elección huelga espera de respuesta.

  Pues bien, estamos asistiendo a un interés desorbitado, según he oído, porque triunfe el proyecto del garajito. Y así, de nuevo, en este Santander de nuestras pequeñas y adorables taifas, las ideas amplias, prometedoras para nuestros propios intereses, se ven bombardeadas por otras limitativas y enanas ¿Y eso en nombre y en razón de qué? Con esta desunión, además, ¿cómo vamos a pedir nada al ministerio? ¿Quién va a atender lo que ni siquiera nosotros mismos entendemos?(80)


(80) Nota actual: Ante las insistencias y presiones que seguían planteando los defensores de una rama de Filología Hispánica, para nuestra Facultad de Letras, en vez de Geografía e Historia, me vi yo obligado a seguir insistiendo en mis charlas sobre el valor primordial de la segunda, un mes después de aquella pública sesión del Ateneo.

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