Sin fecha
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Ilustración G. Guinea |
No cabe duda que la Universidad de Santander, a través de la Extensión Universitaria que promueve el Vicerrectorado y las actividades del Colegio Mayor, ha conseguido organizar una serie continuada de programas culturales, sobre todo música y teatro, que el pasado curso vino magníficamente a la población estudiantil para equilibrar el exceso de tecnicismo de nuestros centros. Al felicitar a la Universidad por esta labor, que ha dado un cierto respiro de calor humano y de cultura, queremos también resaltar otro empeño muy loable que desde su creación la Universidad ha proyectado a la sociedad santanderina. Se trata del Instituto Universitario de Idiomas. Parece normal que dado el carácter de internacionalidad que tiene toda acción universitaria, no quedase al margen de estas enseñanzas la de los idiomas, tan necesarios hoy en día para una mejor relación y comprensión entre los países y para el conocimiento de otras culturas. La comunicación continua, por otra parte, entre las diversas naciones: relaciones comerciales, bancarias, culturales, etc., (hoy el mundo es cada vez más pequeño y común), obliga a conocer aquellos idiomas, al menos, que son imprescindibles para conseguir un nivel normal de aceptación. Nadie debería a estas alturas estar indefenso frente a idiomas como el inglés y el francés, que están haciéndose ya no sólo necesarios sino imprescindibles.
El aprendizaje de idiomas, pese a los avanzados métodos que para su mejor conocimiento van implantándose, requiere, por parte del alumno, una dedicación continuada y una constancia firme. Que nadie se engañe pensando que una lengua se puede aprender sin esfuerzo. Como todas las cosas exige interés y trabajo.
La Universidad, al crear su Instituto Universitario de Idiomas, pretende extender sus beneficios a todos aquellos interesados, sean o no universitarios, tengan o no estudios especiales, con objeto de darles a conocer, no ya sólo la mecánica del idioma, sino las bases para el conocimiento de la cultura que todo idioma extranjero ha creado.
En su tercer año de funcionamiento –los cursos comenzarán en octubre y la matrícula ya puede hacerse en la Facultad de Ciencias- el Instituto Universitario de Idiomas de nuestra Universidad ha concedido ya cientos de diplomas en los distintos niveles de conocimiento. Las clases se imparten en las aulas de la Universidad de Las Llamas y, en beneficio de aquellos que tienen trabajo durante el día, el horario ha quedado establecido de 7 a 9 de la tarde. Que nadie ponga ya por excusa para no aprender un idioma, la imposibilidad a que le somete su trabajo o a las altas cotizaciones que se ve obligado a entregar. La Universidad pone al alcance de todo el mundo en ambos conceptos –horario y matrícula- la posibilidad de conocer idiomas.
Proyecto de este Instituto es hacer extensivo cada vez más el número de lenguas, pero ello tendrá que depender, como es natural, de la demanda de los alumnos. El alemán, el ruso y el italiano son aspiraciones a conseguir en años venideros.
El profesorado titulado, y en parte nativo, que este próximo curso enseñará francés e inglés, se ocupa de tres cursos, al menos, de cada lengua, con los grados de Iniciación, Ampliación y Perfeccionamiento. Los alumnos de las Facultades y Escuelas Universitarias a quienes se les exige el conocimiento de un idioma, tienen en este Instituto la posibilidad de aprendizaje aprovechando que su horario queda al margen de sus horas normales de clase. Y lo mismo los santanderinos no universitarios que pueden, en su beneficio, implicarse además en las tareas de la Universidad.
Poco a poco, la recién creada Universidad montañesa, va tendiendo sus redes de penetración en la sociedad santanderina, bien por la vía de sus continuados actos culturales, que llenan muy frecuentemente el Paraninfo de Las Llamas, como por este Instituto Universitario de idiomas, que tanta aceptación ha tenido en los pocos años que funciona(46).
(46) Nota actual: Esta charla, de indudable finalidad publicitaria, se explica porque incorporado yo, por mi título de profesor adjunto de la Universidad de Valladolid, que conservaba aún en excedencia, a la recientemente creada de Santander para ocupar el cargo de Jefe de Extensión universitaria, creí que una de las más útiles actividades que la Universidad podía iniciar para proyectarse a la ciudad, era la creación de un Instituto de Idiomas asequible por bajo precio a todas las clases sociales y que sirviese también para iniciar una línea humanística que podría servir para inducir a la ansiada llegada de la Facultad de Filosofía y Letras.
Tuvo éxito indudable, pero cuando llegó al fin, en septiembre de 1977, la facultad de Historia y Geografía, su directiva creyó mejor suprimirla. Donde hay capitán, no manda marinero.
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