Protejamos nuestros viejos monumentos

24 de abril de 1975


El lunes por la tarde se inauguró en los bajos de la Cámara de Comercio la Exposición que, patrocinada por nuestra Diputación y por el Instituto de Arte de la Institución Cultural de Cantabria, venía a recordar en esta provincia que estamos en el Año Europeo del Patrimonio Artístico. Toda Europa está haciendo en una y otra ciudad actos semejantes. Se trata, con ellos, de manifestar a todos los hombres, de cualquier clase social, el valor de los monumentos del pasado y la responsabilidad que nuestra generación tiene de conservarlos.

   Pero ya no es sólo poner en evidencia la obligación de proteger y cuidar las grandes obras artísticas: catedrales, palacios, iglesias de estilo definido, sino de velar por todo un complejo de edificios, menos rimbombantes, que constituyen, en su diversidad, el testimonio honorable del pasado, e incluso de un pasado no muy lejano. Existen monumentos que no llegan a cien años de vejez –poco para los milenios de otros muchos- que es preciso que cuidemos de que no se destruyan. Ya no es sólo su valor arqueológico o de vetustez, es otra cosa lo que quiere recalcar el Año Europeo del Patrimonio Artístico. Es necesario defender a aquellas piezas que puedan ser simplemente significativas de una época. Pongamos como ejemplo en Santander, para mejor comprensión de los radioyentes, que tan imprescindible es velar por las cuevas de Altamira como por el Capricho de Gaudí, en Comillas, que es uno de los ejemplos más destacados del modernismo arquitectónico.

   El número reciente de la revista Les Momuments Historiques de la France dice a este respecto que esperar cien años antes de iniciar una protección es dejar el campo libre a las demoliciones, y ello siempre sería motivo de lamentaciones. Michel Guy, Secretario de Estado para la Cultura en Francia, dice textualmente: Los monumentos históricos deben entrar en la preocupación de todos los ciudadanos.


   Nosotros sabemos que la defensa de nuestros monumentos requiere a veces una verdadera batalla de opiniones diversas. Parece como si en la sociedad hubiese dos ejércitos enfrentados: el que defiende y el que demuele; dos puntos de vista irreductibles. La labor cultural en este sentido es irnos ganando a los demoledores, poco a poco, creando en el pueblo, en las gentes, la conciencia de que todo monumento representativo, debe ser mimado, protegido y revalorado.

   Estamos en el Año del Patrimonio Artístico. Vamos a pedir que se note con hechos palpables. Unámonos en la defensa de lo que es de todos y que debe llegar también a todos los que nos sucedan.


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