29 octubre 1975
Hoy va a ser Burgos, la noble ciudad cabeza de Castilla, la que me ofrece de nuevo motivo para mí espacio de Varia cultural, y creo que ya es la segunda vez que de dicha provincia me ocupo como consecuencia de su labor arqueológica. Después de Clunia, viene ahora un auténtico notición, esta vez centrado en un pueblecito a tres o cuatro kilómetros de la capital: Castañares.
Hace varios años un arado (¡dichosos arados romanos, a la vez destructores y descubridores!) puso en evidencia la existencia en los campos del citado pueblo de unos trozos de mosaico. Éstos se recogieron, y el tiempo, como la memoria, pasó a los archivos.
Se desempolvó la noticia del hallazgo este mes de octubre de 1975, por un joven y buen arqueólogo burgalés, Alberto Bartolomé Arraiza, que con subvención, no muy amplia ciertamente, del Patrimonio Artístico, inició unas excavaciones sistemáticas con la colaboración de alumnos de la Universidad de Valladolid y asistencia de algunos miembros del Seminario Sautuola de nuestro museo santanderino de Prehistoria y Arqueología, entre ellos Pity Cantalapiedra (hijo).
Los primeros días de trabajo ya dieron como resultado el hallazgo de tres mosaicos tardo-romanos, polícromos, con decoración geométrica, interesantes, desde luego, pero no con categoría sensacional. El sensacionalismo –y la suerte - llegó hace cuatro o cinco días cuando intentando buscar nuevos mosaicos y la continuidad de las ruinas, se picó 20 metros más allá del núcleo primitivo de iniciación de los trabajos y hacia el norte. La sorpresa surgió al dar con nuevo suelo de mosaico que al irse excavando permitió descubrir una habitación de más de 80 metros cuadrados de superficie. La limpieza de este suelo hizo gritar de admiración a los excavadores. Se trata de una amplia habitación, tal ve el Tablinium de la mansión, con un espléndido mosaico bien conservado cubierto de escenas iconográficas cuyo tema central es la caza. El emblema, es decir, el cuadro central del mosaico, lo forma una escena con personajes de tamaño natural que parecen representar al dueño de la casa, montado en su caballo enjaezado y portador de una lanza, que parece despedirse de su esposa a quien acompaña un joven sirviente. Alrededor de esta monumental escena corre una greca de ochenta centímetros aproximadamente de ancha que lleva en forma continuada una serie de representaciones también de caza: el caballero que desde el caballo alancea a un ciervo; el cazador de a pie que se enfrenta a un jabalí espléndido que salta unos arbustos; leones que caen sobre los lomos de delicadas ciervas, etc., todo ello con un dibujo y color espléndidos. Y por si fuese poco, existe otra banda encerrando a ésta, de la misma anchura aproximadamente, con medallones, en que se alternan cabezas humanas y cabezas de animales: tigre, pantera, lobo… los extremos vienen cubiertos de decoración geométrica muy vistosa.
Sin duda este descubrimiento, que da esperanzas para el hallazgo de otras habitaciones de importancia, es el último hasta ahora de una serie de ellos que en Castilla (Burgos, Palencia, Soria, Valladolid) están planeando un nuevo y valioso juicio sobre la riqueza de nuestra aristocracia campesina de los siglos III-IV después de Jesucristo. Recordemos solo el inusitado mosaico de Pedrosa de la Vega, en Palencia, con una escena monumental de la historia de Aquiles; el de Dueñas, en la misma provincia, con el rapto de Europa; los de Quintanilla de la Cueza, con la figura de Leda y el cisne; el de Sasamón, en Burgos, y éste de Castañares que creemos está en la primerísima altura de poderse comparar al de Pedrosa y, por tanto, de hacerle figurar entre los grandes mosaicos del mundo romano.
Una vez más los trabajos arqueológicos devuelven el ciento por uno, pues con una subvención de 50.000 pesetas se ofrece, a nuestro patrimonio artístico y universal, una pieza por valor de muchísimos millones, si es que alguna vez pueden valorarse estas muestras únicas de la historia del arte.
Nuestra felicitación al director de la excavación, Don Alberto Bartolomé Arraiza, y a los alumnos que han tenido fortuna, no muy normal, de ver salir del roce de sus espátulas esta magnífica composición musivaria que viene a unirse, superándolas, a otras muchas que la arqueología castellana nos está ofreciendo estos últimos años(26).
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