3 de diciembre de 1975
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Autorretrato J. Sanz Saiz |
El temperamento santanderino no suele ser, precisamente, muy dado a elogiar los éxitos de sus paisanos. Yo no sé por qué confusa razón, en estas tierras y paisajes peredianos se hace bien real y tangible esa frase o refrán de que Nadie es profeta en su tierra. En esto sigue Santander demostrando su todavía carácter provinciano y casi pueblerino, en donde las pequeñas rencillas pseudo-familiares y las envidiucas de escalera no pueden tolerar que las macetas del vecino tengan más y más bellos geranios que los nuestros.Estamos aún lejos de poseer un espíritu abierto y espléndido para reconocer los méritos adquiridos por quienes conviven frente a frente con nosotros. Al contrario, todos podemos, sin duda, presentar algún ejemplo en donde más que alentar al paisano lo que priva e impera es minimizar sus valores o quitarle la escalera a ver si, en un descuido, viene al suelo irremisiblemente.
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Dibujo J. Sanz Saiz |
Hoy quiero subrayar el nombre de un escritor torrelaveguense, Julio Sanz Saiz, que no hace mucho acaba de llevarse el primer premio de Ediciones Everest con un ensayo turístico-ambiental sobre Liébana. Conocemos desde hace años la labor literaria de este entusiasta humanista montañés y su extraordinario amor a nuestro paisaje, que desentraña como nadie. Pero también conocemos sus cualidades personales, su alegría por las cosas, su admirable apasionamiento en defender nuestras bellezas naturales. Conocemos la concordancia entre su vitalidad y su creatividad, todo ello lo suficiente para hablar de auténtica verdad. Julio Sanz Saiz es de esos reducidos seres que son como son, y esto, a estas alturas del mundo, es una cualidad que, al menos yo, valoro por encima de toda ponderación. Un poeta sensible, además, Julio Sanz Saiz llega a las cosas con ese cuidado y cariño de quien vive para ellas y por ellas. Sus triunfos, cada vez más frecuentes, nos deben llenar de contento a todos los montañeses y de aliciente a su trabajo. Sin duda, el paisaje de esta Cantabria variada y agreste, necesita alguien que sepa proyectarlo a las gentes, cada vez más indiferentes a sus encantos. Y ahora es Julio Sanz Saiz quien lo hace. Valorémosle y felicitémosle como transmisor de tanto pequeño detalle, de tanta ilusión terrenal, de tanta sensación momentánea que se pierde, de tanto regusto, al fin, por este cielo, este mar, estos campos y estos árboles que él cuida de engrandecer y humanizar en sus escritos(29).
(29)Nota actual: Después de 36 años, Julio Sanz Saiz siguió con su poesía y su pintura y su entusiasmo total a la naturaleza, demostrando una vocación humanística de primerísima línea, y colocándose por ello entre las personalidades más verdaderas, más perseverantes, más sinceras y más queridas en el campo de la cultura montañesa de los últimos 50 años. Mi felicitación al buen amigo, y mi agradecimiento. Por favor, no te mueras.
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