Franco entra en la Historia

25 de noviembre de 1975


Portada del diario ABC
día 20 de Noviembre de 1975
   Decir yo ahora, amables radioyentes, que acabamos de pasar momentos transcendentales no es decir nada nuevo ni nada que no sepáis. Pero, por su misma importancia, bien creo que merecen un comentario en este mi espacio de Varia cultural, ya que, al fin y al cabo, se alinean dentro de los hechos históricos que marcan variaciones de rumbo en el constante hacerse de los pueblos. Cuarenta años de nuestra historia acaban de ser clausurados con la muerte de Francisco Franco. Cuando el domingo pasado se cerraba en el Valle de los Caídos su sepultura, todos sentimos que una larga etapa de nuestra vida quedaba allí, con él, para siempre. El porvenir, abierto allí mismo con grandes esperanzas, lo irá marcando el tiempo, los acontecimientos y la buena voluntad de todos los españoles. La era personal que se acaba de cerrar entra ya en el juicio de la historia. Pero, como muy bien dijo esa gran personalidad, y esa gran persona que es Don Marcelo González, Primado de España, es también la hora del reconocimiento y de la gratitud. ¡Qué duda cabe –y solamente quien cierra los ojos deja de ver- que el camino de la España futura, con sus aspiraciones de perfección social, cultural y de clara justicia, ha de ir marcado por los logros que en estas direcciones se han conseguido durante la etapa de Franco! El progreso de los pueblos, dio a entender también Don Marcelo, no se consigue en un día, ni puede ser obra exclusiva de una generación. Y lo que no puede negarse, si no es por la vía del resentimiento o del odio, es que España presenta, después de los cuarenta años del mando de Franco, una faz nueva, distinta, mucho más consciente de sí misma y mucho más amable en su pueblo, ese pueblo que desfiló por su propia voluntad, sin presiones de ningún género, delante del estadista muerto, soportando largas horas de espera y frías noches de noviembre. Naturalmente que él y todos, sabemos que las cosas pueden ser perfeccionables y que el progreso, no solamente material, sino interno y trascendente, ha de llegar siempre de manos de la cultura. No desconocía esto ni lo olvidó Francisco Franco cuando en su testamento político se refiere muy concretamente a que se prosigan las aspiraciones sociales y culturales para el pueblo español. Esto mismo resaltó el Rey de España en su primer discurso a las Cortes. Es obvio, pues, que desde las altas esferas de gobierno las directrices para un optimista porvenir están marcadas. El bienestar tanto material como espiritual del pueblo español es la única y auténtica finalidad que se ha perseguido y que debe de perseguirse. Negar la buena voluntad de quien nos gobierna es una actitud que perjudica, ya en base, cualquier decisión benefactora del poder. No se puede ordenar ni legislar, si no existe confianza en quien gobierna. Esto es lo que ahora estamos todos obligados a conceder si lo que de verdad ansiamos es la paz, la concordia y la justicia. Todas las personas civilizadas, cualquiera que sea nuestro pensamiento y nuestras ideas, debemos ofrecer, como manifestación de un nivel cultural aceptable, nuestra ayuda y nuestro respeto a las nuevas estructuras o a las nuevas personas políticas. Nuestra actitud en este sentido ha de jugar un gran papel en el futuro de España, sobre todo si, como expresó antes de morir Francisco Franco, supeditamos nuestros intereses particulares al interés primordial y soberano del bien común. Es así como conseguiremos la verdadera libertad que es la más noble aspiración del hombre culto(28).

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