Un anhelo cultural. La primera charla: la Universidad

   Al iniciar en Radio Nacional de España en Santander esta emisión cultural, a nadie puede extrañar que mi primer saludo y mi primera preocupación vayan dirigidos a nuestra Universidad. La formación y el espíritu universitario, latirán siempre en nuestros comentarios, críticas y aspiraciones, porque, a pesar de las crisis porque pueda atravesar la enseñanza en su nivel más alto, estimamos que la influencia que en una sociedad ejerce el estilo universitario no puede ser suplantada, en el campo de lo cultural, por ninguna otra entidad que carezca de tal estilo.
  
   Pero la Universidad de Santander de sobra sabemos que, desde su creación, nació raquítica y monofacial, con una sola y reducida vertiente: la técnica; dejándonos a los montañeses huérfanos de posibilidades humanísticas, faltos de aires donde respirar con suficiente espacio todas las preocupaciones inherentes al ser del hombre. Lo filosófico, lo social, lo histórico, lo creacional, etc., no tienen campo de acción en nuestra actual organización universitaria. Y ello, como todo el mundo comprende y aún extraña, no deja de ser totalmente anormal y corregible.
  
   La creación de una Facultad de Filosofía y Letras (las secciones de ésta pueden irse incorporando sucesivamente) es algo que nadie discute, porque es tan evidente el desequilibrio en la formación universitaria de nuestra juventud montañesa que, de seguir en esta situación un año más, llegaríamos al mayor absurdo, por el propio sentido anti-universitario, de monopolizar en una exclusiva y reducida dirección la vocación y la inteligencia de nuestros estudiantes.
  
   El problema está aquí, día a día y año a año, pesando sobre la futura sociedad culta de nuestra provincia. ¿Sabemos acaso cuantos estudiantes con preocupaciones humanistas tienen que dirigirse forzosamente a otras universidades, ante imponderables económicos, familiares, etc., desviando su auténtica vocación? No creemos que sería despreciable conocer el número de quienes, tal vez obligados por este imperativo, entran a formar parte de las largas y densas listas de los resentidos o de los insatisfechos para siempre.

   Urge cada vez más la implantación en nuestra Universidad de esta Facultad de Filosofía y Letras tan ansiosamente anhelada. Llevamos muchos años deseándola, los mismos solicitándola y varios ya desesperándola. Nos consta que las autoridades académicas, conscientes de su necesidad, no han cejado de clamar por ella. Una y otra vez –Rectorado, Patronato de la Universidad, Asociación de amigos de la misma, etc.- han expuesto públicamente esta vieja y acuciante necesidad de la alta cultura montañesa.


   Porque lo que no puede alegarse, es que exista una especial dificultad para implantarla, ya que la Facultad más barata y menos complicada de laboratorios es, sin duda, la de Letras. Exige, eso sí, bibliotecas, pero de esto, felizmente, no carecemos. Una sección de Historia puede comenzar perfectamente aprovechando la sin par de Menéndez Pelayo y la especializada que existe en el Museo de Prehistoria.


   Por otra parte nuestra provincia es uno de los centros prehistóricos más destacados del mundo. Asombra a quienes de fuera nos visitan no exista un centro investigador de categoría internacional sobre la historia y las técnicas del hombre primitivo, allí donde se encuentra Altamira y donde hay una concentración verdaderamente envidiable de laboratorios bajo tierra en innumerables y todavía no estudiadas cuevas prehistóricas.


   Por ello, y por nuestros estudiantes sobre todo, clamamos una vez más, y desde este espacio cultural, para que se aúnen esfuerzos, iniciativas y gestiones a fin de dotar a nuestra Universidad, en el más breve tiempo posible, de algo de lo que se va haciendo vergonzoso que carezca: una Facultad de Filosofía y Letras (1)
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[1] Nota actual: El 14 de septiembre de 1977, transmitía yo, la llegada, por fin, de la ansiada Facultad de Letras (ver pág. 324 y ss. de este tomo). Las cosas de Palacio fueron bastante despacio

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